Nuevo golpe a la economía familiar, ¿por qué va a volver a subir el coste de la energía este otoño e invierno?
El coste de la energía ha sido un tema recurrente en los últimos años, y los hogares europeos, así como de otras partes del mundo, se enfrentan nuevamente a un incremento en sus facturas este otoño e invierno.
A pesar de los esfuerzos para estabilizar los precios de la energía tras la crisis pandémica y la invasión rusa de Ucrania en 2022, varios factores externos e internos están contribuyendo a que los costos energéticos vuelvan a subir y siendo uno de los principales protagonistas del VIX index. Entre ellos, la situación geopolítica global, la dependencia de los combustibles fósiles y las condiciones climáticas juegan un papel crucial.
Dependencia de la energía y vulnerabilidad del suministro
La mayoría de los países europeos y muchas otras economías dependen en gran medida de fuentes de energía importadas, como el gas natural y el petróleo. Esta dependencia ha expuesto a estos países a los vaivenes del mercado internacional, donde cualquier perturbación o escasez de suministro provoca aumentos inmediatos de precios.
A pesar de los esfuerzos para diversificar las fuentes de energía y aumentar la producción de renovables, los combustibles fósiles siguen siendo fundamentales, especialmente durante los meses más fríos del año.
En este contexto, las reservas de gas natural, que muchos países utilizaron el invierno pasado para compensar la caída de las importaciones rusas, se están agotando. Mientras tanto, llenar esas reservas ha sido más costoso debido a la competencia global por el gas natural licuado (GNL). Este factor ha generado una presión constante sobre los precios de la electricidad.
El impacto de la guerra y los conflictos internacionales
El conflicto en Ucrania sigue siendo un factor determinante en el aumento de los costes de la energía. Antes de la guerra, Rusia era el mayor proveedor de gas natural de Europa, y su invasión a Ucrania generó sanciones internacionales y una reducción significativa de las importaciones de gas ruso a Europa.
Aunque los países europeos han logrado diversificar sus fuentes de suministro mediante acuerdos con Estados Unidos, Catar y otros países productores de GNL, la guerra ha dejado una huella duradera en el mercado energético global. El suministro sigue siendo más costoso y vulnerable a nuevos episodios de inestabilidad.
Además de la guerra en Ucrania, los conflictos en Oriente Medio, una de las principales regiones productoras de petróleo, también afectan al suministro y al precio de la energía. Las tensiones entre Israel y Palestina, así como los enfrentamientos en países como Siria o Irán, incrementan la volatilidad en los precios del crudo.
El Estrecho de Ormuz, por donde pasa una gran parte del petróleo mundial, sigue siendo una zona geopolíticamente delicada, donde cualquier incidente puede generar alteraciones en el suministro y provocar subidas en el precio del petróleo a nivel mundial.
Otro factor que ha emergido en los últimos años es el creciente conflicto entre las grandes potencias, como Estados Unidos y China, lo que ha creado un ambiente de incertidumbre y mayor competencia por los recursos energéticos. La lucha por el control de los mercados y las tecnologías de energía verde, como las baterías y los minerales clave, como el litio y el cobalto, ha intensificado el panorama geopolítico, impactando en el suministro y los costos energéticos globales.
Factores climáticos: el frío y la demanda energética
Otro factor clave que influye en la subida del coste de la energía durante los meses de otoño e invierno son las condiciones climáticas. Las olas de frío, cada vez más frecuentes y extremas en diversas partes del mundo, impulsan la demanda de calefacción. En Europa, un invierno frío puede disparar el consumo de gas y electricidad, elevando los precios de estos recursos.
Además, las energías renovables, que han ganado terreno como alternativas a los combustibles fósiles, también se ven afectadas por las condiciones meteorológicas. Durante los meses invernales, la generación de energía solar disminuye significativamente debido a la menor radiación solar, mientras que la producción eólica puede ser inconsistente.
Esto obliga a los gobiernos a depender más de fuentes tradicionales de energía, como el gas natural y el carbón, cuyas reservas son más limitadas y caras.
La transición energética y sus desafíos
Si bien la transición hacia una economía más verde es una prioridad para muchos países, está lejos de completarse. El cierre de centrales nucleares, como es el caso de Alemania, y la retirada progresiva del carbón, si bien necesarios desde el punto de vista medioambiental, han dejado una brecha en la producción energética. Muchos países no han sido capaces de reemplazar rápidamente estas fuentes con energías renovables a gran escala, lo que genera una mayor dependencia de los combustibles fósiles, especialmente en épocas de mayor demanda.
El aumento de los precios de las materias primas, desde el cobre hasta el litio, también ha encarecido la producción de tecnología verde, retrasando proyectos clave de energía renovable.
Esta situación crea un círculo vicioso: a medida que los precios de la energía aumentan, se requieren más inversiones en infraestructuras renovables, lo que en algunos casos incrementa los costes de desarrollo y, en última instancia, mantiene elevados los precios para los consumidores.
El impacto en las familias
Para las familias, esta subida del coste energético supone un nuevo golpe a su economía. El aumento de las facturas de electricidad y gas afecta especialmente a los hogares de ingresos bajos y medios, que ya están lidiando con la inflación y la pérdida de poder adquisitivo. Los gobiernos han intentado mitigar este impacto con ayudas directas, subsidios o topes al precio de la energía, pero estas medidas han sido insuficientes para contrarrestar completamente el aumento de los precios en un contexto tan complejo.
Además, las empresas, que también enfrentan costes más altos, pueden trasladar parte de esos costes a los consumidores a través de un aumento en los precios de productos y servicios, lo que aumenta aún más la presión sobre las economías familiares.
La pregunta es, ¿volverá a marcar récords históricos el precio de la energía este otoño e invierno?