CINE Y LITERATURA | OH JERUSALÉN
FICHA TÉCNICA
Película francesa dramática de 2006, de 128 minutos de duración, cuyo título original es “O Jerusalem”, basada en la novela homónima de Dominique Lapierre y Larry Collins, dirigida por el director Elie Chouraqui, con guion de Elie Chouraqui y Didier Le Pêcheur, música de Stephen Endelman, fotografía de Giovanni Fiore Coltellacci, coproducida entre Francia, Reino Unido, Italia e Israel por Les films de l’Instant, Cinegram, Films 18 Ltd, Titania Produzioni y France 2 cinema y protagonizada por JJ Feild, Saïd Taghmaoui, María Papas, Patrick Bruel, Ian Holm, Tovah Feldshuh, Mel Raido, Cécile Cassel, Mhairi Steenbock, Tom Conti, Shirel, Peter Polycarpou y Yonatan Uziel entre otros actores.
ARGUMENTO
La película trata de la historia de la creación del Estado de Israel en 1948, poco después del final de la Segunda Guerra Mundial, vista a través de los ojos de dos amigos, uno árabe y el otro judío, residentes en Estados Unidos, que se desplazan desde Nueva York a Palestina.
LOS PERSONAJES
La película orbita en torno a 2 grandes amigos, residentes en Nueva York: Bobby Goldman, judío askenazi americano y Saïd Chahine, árabe palestino, que se ven impelidos, por el contexto político, a dirigirse a Palestina, durante un momento muy convulso: la votación de la partición de Palestina por los representantes de 56 países, miembros de la ONU.(Organización de las Naciones Unidas), el 27 de noviembre de 1947.
La zona en cuestión constituía un caldo de cultivo de ansiedad y de conflictos por la inminente retirada de las tropas británicas, suponiendo una fuente de impaciencia, para los judíos, y de inquietud, para los árabes, provocada por la citada votación de la ONU, para la creación del estado judío. Esta situación anunciaría el comienzo de una guerra entre judíos y palestinos.
Estos 2 buenos amigos son incapaces de prever como su gran amistad se pondrá a prueba por sus diferencias políticas y religiosas.
Bobby Goldman, judío askenazi americano, y personaje ficticio, fue según el director, uno de los primeros soldados de las tropas aliadas que entró en los campos de concentración nazis. La visión del horror ofrecida por los muertos y los supervivientes, le generó un trauma, símbolo a su vez del trauma sufrido por todos los países del mundo, sobrecogidos por la angustia y la culpabilidad. Bobby después de la Segunda Guerra Mundial conoce en Nueva York a Saïd Chahine, otro personaje ficticio, un estudiante de Derecho, árabe palestino, procedente de Jerusalén, sobrino de Andel Kader el Husseini, líder palestino.
En la atmósfera despreocupada y frívola del Nueva York después de la Segunda Guerra Mundial se hacen amigos inseparables. En la Palestina de la misma época la fraternidad entre Bobby y Saïd se verá amenazada cuando ambos, inmersos y embebidos de la situación de Oriente Medio, tengan que tomar partido, defendiendo sus ideales, sus pueblos, sus religiones y sus culturas. Para el director el vínculo entre Bobby y Saïd viene a simbolizar la relación amor-odio entre las 2 naciones: la judía y la árabe.
Esta película, también recorrida por diferentes figuras históricas de la talla de David Ben Gurion y Golda Meir, aborda el conflicto árabe-israelí, desde distintas perspectivas.
MARCO GEOGRÁFICO E HISTÓRICO
Al final de la Primera Guerra Mundial, Israel pasó del Imperio Otomano al Reino Unido, que asumió el control de Palestina (que comprendía el actual Israel, Cisjordania, la franja de Gaza y Jordania).
En 1947 Gran Bretaña abandonó Palestina, debido al aumento de la violencia. El Plan de Partición de la ONU de 1947, que dividía el mandato en 2 Estados: judío y árabe, y contemplaba proporcionar la mitad de la superficie de la tierra a cada estado, aunque en 1946 los judíos sólo representaban el 30% de la población de Palestina, fue rechazado por los dirigentes árabes palestinos, que implementaron una guerra de guerrillas.
Los líderes de la comunidad judía en Palestina, dirigida por David Ben-Gurion, declararon la independencia del Estado de Israel, el 14 de mayo de 1948. El recién nacido Estado de Israel se estableció sobre la parte correspondiente para el Estado judío, concedida por la ONU en el citado Plan de Partición.
Para destruir el nuevo Estado judío los ejércitos de Egipto, el Líbano, Siria, Jordania e Irak se desplegaron sobre la parte del territorio correspondiente al Estado árabe, iniciando la guerra árabe-israelí de 1948.
Las fuerzas defensivas israelís expulsaron a los países árabes de la parte del territorio para el Estado árabe, conquistando un 26% de terreno adicional al asignado en el Plan de Partición de la ONU para el Estado judío.
Durante este conflicto Transjordania asumió el control de Cisjordania (antes Judea y Samaria), mientras Egipto ocupó el territorio conocido actualmente como la Franja de Gaza.
Unos 711000 árabes palestinos fueron forzados por las circunstancias a huir de sus tierras, convirtiéndose en refugiados, ya que el nuevo Estado judío se negó a la repatriación de esta población desplazada. Después de la guerra tan solo entre el 14 y el 25% de la población árabe se quedó en Israel.
Sucesivas olas migratorias procedentes de judíos supervivientes del holocausto y de judíos oriundos de países árabes, además de judíos soviéticos tras la descomposición de la URSS, y en general de judíos de todo el mundo, aumentaron la población judía de Israel, que mayoritariamente reside en Jerusalén y Tel Aviv.
El estado judío desde 1948 y para defender sus intereses nacionales, ha estado implicado en distintos conflictos militares como la Guerra de Suez de 1956, la Guerra de los Seis Días en 1967, la Guerra de Yom Kipur de 1973, la Guerra del Líbano de 1982 y la Segunda Guerra del Líbano de 2006.
La ciudad de Jerusalén se dividió entre Jerusalén oriental y Jerusalén occidental desde el final de la guerra árabe-israelí de 1948..La línea de demarcación entre las fuerzas combatientes sirvió para dividir ambas zonas. La parte occidental, donde residían mayoritariamente judíos, quedó bajo el control israelí y Jordania asumió el gobierno del área oriental, que incluye el casco antiguo de Jerusalén, habitada generalmente por palestinos, musulmanes y cristianos. Los árabes residentes en la parte occidental fueron forzados a irse al parte este y los judíos que habitaban en la parte oriental, se tuvieron que dirigir al oeste.
Israel ocupó la parte oriental de Jerusalén en 1967, durante la guerra de los seis días. Lo que es más Israel aprobó una ley en 1980, que afirmaba que Jerusalén era “una parte integral de Israel y su capital eterna”.
El estatus de Jerusalén como capital de Israel no fue reconocido por ninguna potencia internacional y la ocupación, por parte de Israel, del área oriental de la ciudad, fue considerada como ilegal por el derecho internacional.
La situación de Jerusalén constituye un asunto clave en el conflicto israelí-palestino y esta ciudad continúa dividida entre la parte oriental o este, donde viven los palestinos, y la parte occidental u oeste, donde residen los judíos. El Knéset o Parlamento israelí, la oficina del primer ministro y la Corte Suprema israelí se emplazan en el Jerusalén occidental, donde los líderes y diplomáticos que visitan Israel mantienen sus reuniones.
Continúa el conflicto con los palestinos en los territorios ocupados por Israel desde la Guerra de los Seis días, pese a la firma de los Acuerdos de Oslo el 13 de septiembre de 1993.
La política de continua expansión de las colonias hebreas sobre territorio palestino, fruto de la estrategia israelí de intercambiar paz por territorios, ocasiona la ausencia de unidad territorial o continuidad en el territorio palestino, lo que da lugar a calles segregadas, despliegue militar y puestos militares de control fronterizo o Checkpoints, que convierten en un quebradero de cabeza la realización de las actividades más nimias e intrascendentes, desde un punto de vista militar, pero que son vitales para los palestinos, como el avituallamiento.
El tema es complicado porque no se puede cuestionar el derecho del pueblo judío, como el de cualquier otro pueblo a tener una patria, pero sí es criticable la fórmula por la que se ha optado para hacer factible este derecho.
No sé cuál puede ser la solución óptima: si la implantación de 2 estados o la de un Estado binacional y laico, con igualdad de derechos y deberes para ambas partes.
Otra solución sería promover los matrimonios mixtos entre judíos y árabes, que así formarían un solo pueblo. Sin embargo, esto se vería obstaculizado por la cuestión religiosa, porque la religión divide a los pueblos, cuando no hay separación entre iglesia y Estado, como en el presente caso, dado que tanto el Estado de Israel como los estados árabes tienen una fuerte impronta religiosa. En mi opinión la religión debería permanecer en el ámbito privado y personal y no traspasar nunca la esfera pública.
Por otra parte, también hay que considerar el hecho de que el Estado de Israel ha conseguido optimizar los recursos naturales disponibles, logrando unos niveles de desarrollo económico muy superiores a los del resto de países de la región. Sin embargo, la plusvalía procedente de la explotación y administración de dichos recursos no se comparte con la población árabe palestina, que es la que tradicionalmente había poblado estas tierras, hasta la llegada de los colonos israelís.
Al mismo Israel no le interesa prolongar esta situación más tiempo. Tiene que lograr cierto entendimiento con los palestinos o se enfrentará no sólo al deterioro de su imagen a escala internacional, sino también a un desgaste severo en el plano económico resultado de los cuantiosos gastos militares de la guerra que sostiene con los palestinos, que desequilibrarán el presupuesto del país israelí, amenazando su propio crecimiento económico y por consiguiente la propia existencia del Estado judío.
Resulta de dominio público que el estado de Israel ha recibido el apoyo de Estados Unidos y evaluando las razones de este apoyo, estas resultan complejas. Conviene incidir en el hecho que, en plena Guerra Fría entre la Unión Soviética y Estados Unidos, durante la que ambas potencias competían por la hegemonía global, Estados Unidos se percató que el papel de Israel era decisivo, para desafiar los intereses soviéticos en Oriente Medio.
La URSS fue el primer país que reconoció el estado israelí en 1948.En aquel momento el secretario de Estado de Estados Unidos, George Marshall, pensaba que reconocer el estado hebreo, dificultaría las relaciones con los países árabes, afectando al acceso al petróleo de Oriente Medio.
La victoria en la guerra de los 6 días en 1967, en la que Israel venció a varios estados árabes sin ayuda militar estadounidense, demostró a Estados Unidos la potencia del nuevo estado y la indudable capacidad de Israel para proteger los intereses estadounidenses en la zona. Durante la presidencia de Lyndon Johnson, Estados Unidos, acordó suministrar equipo militar a los israelíes y desde entonces, como diferentes circunstancias se concatenaron, aumentando el valor estratégico de Israel, se incrementó el apoyo diplomático, financiero, militar y tecnológico de Estados Unidos al estado hebreo. Entre estas circunstancias se pueden citar la creación del “Yihadismo” por Estados Unidos, para combatir a las fuerzas laicas y progresistas en los países musulmanes, la caída del Sha de Irán, que dejó a Israel como el único aliado de Estados Unidos en la zona, la invasión israelí del Líbano, para expulsar a la OLP, la guerra del Golfo Pérsico, base de la destrucción de Irak, el contrapeso hasta entonces de Israel, los atentados, “por sorpresa” del 11 de septiembre de 2001, que estigmatizaron la imagen de los musulmanes, y la “supuesta” Guerra contra el Terrorismo Islámico”, consiguiente, las guerras contra Siria y Libia en 2011 y el secuestro de las “primaveras” de Egipto y Túnez…
Para algunos expertos, como Kali Robinson del Council on Foreign Relations, el motivo del apoyo de Estados Unidos a Israel es la ubicación estratégica de Israel en Oriente Medio, vital para la seguridad nacional de Estados Unidos, dado que protege los intereses estadounidenses en la zona, garantizando recursos energéticos vitales como el petróleo, luchando contra la influencia soviética e iraní, promoviendo la supervivencia y seguridad de Israel y sus aliados árabes, combatiendo el terrorismo, fomentando la democracia y minorando los flujos de refugiados.
Otros motivos del apoyo de EEUU a Israel son los siguientes: Las hostilidades de Israel a los países colindantes han militarizado la región, suscitando una escalada armamentística, que ha incrementado el tráfico de armas de EEUU a Oriente Medio. Con la fabricación y venta de armas EEUU, además de crear empleo y hacer negocio, controla, mediante las “piezas de recambio”, el sistema defensivo de sus clientes. Las industrias militares de EEUU e Israel están interrelacionadas. De hecho, Israel produce piezas de muchas armas estadounidenses, como los cazas F35 y las cámaras que vigilan la frontera entre Méjico y Estados Unidos.
Además, actuando Israel como intermediario, EEUU ha vendido armas a otros países, a quienes no podía venderlas directamente, como el régimen del apartheid en Sudáfrica, la contra nicaragüense o la República Islámica de Irán, durante el escándalo Irangate entre 1985 y 1986.
Israel se convierte en el pararrayos de la indignación de los árabes, mientras EEUU se arroga el papel de árbitro neutral en el conflicto árabe-israelí.
Hay afinidad ideológica entre la derecha belicista de EEUU, representada por el Partido Republicano, y la extrema derecha judía, representada por el Likud.
Existe concordancia de intereses entre EEUU e Israel, en el Proyecto del Nuevo Oriente Próximo, desarrollado por EEUU, tras la descomposición de la URSS, cuyo objetivo es la destrucción de los Estados de la zona, para adueñarse de sus recursos. Con tal objeto se programó la guerra de Siria, años atrás.
Existe igualmente una cooperación entre los servicios de inteligencia de Estados Unidos, Agencia de Seguridad Nacional, y de Israel, la Unidad 8200. A partir de los atentados del 11 de septiembre de 2001, por la “lucha contra el terrorismo”, la cooperación en materia de espionaje se intensificó.
Irán, teocracia islámica con ascenso en la región y un discutible programa nuclear, es el principal adversario de Israel. Actualmente el fortalecimiento de las relaciones de Irán con China y Rusia ha revelado aún más la importancia de la alianza entre Estados Unidos e Israel.
Por otra parte, los judíos actualmente constituyen en torno al 2% de la población de Estados Unidos. Aunque según algunos analistas el voto judío en Estados Unidos no es determinante, hay un importante grupo de presión, el poderoso lobby proisraelí, liderado por el Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel o AIPAC, que promueve la alianza entre Estados Unidos e Israel, con notable ascendiente en la política estadounidense. Biden, el actual presidente de EEUU asume que no puede prescindir de los votantes proisraelíes. Además, buena parte del dinero recaudado por los congresistas demócratas procede de donantes judíos, por lo que los políticos estadounidenses saben que hablar mal de Israel puede implicar perder dinero y votos.
Las organizaciones judías, dotadas con enormes recursos, pueden sobornar a políticos, periodistas y cineastas, para que promuevan una imagen positiva de Israel y dañen la imagen de sus rivales.
Hasta el ataque de Hamás, el 7 de octubre de 2023, la Administración Biden, centrada en la Guerra de Ucrania y en la competencia geoestratégica con China, pretendía eliminar gastos de costosas guerras en Oriente Medio, rebajando la presencia de EEUU en dicha zona. La estrategia de EEUU pasaba por cambiar el equilibrio de poder en la región, para minorar el perfil de Estados Unidos, sin que China ocupara el vacío dejado.
En este escenario se promovía la creación de coaliciones, diplomáticamente y a nivel regional, como el cuatripartito India-Israel, Emiratos Árabes Unidos-EEUU. Asimismo, se fomentaba la normalización de relaciones entre Arabia Saudí e Israel, alianza de dos de los principales actores de la región contra Irán, con respecto al cual EEUU proyectaba ralentizar el programa nuclear de este país árabe. El éxito de la alineación entre Arabia Saudí e Israel hubiera sido muy positivo en el ámbito económico y de seguridad de Oriente Medio.
Sin embargo, esta ambiciosa y sensata agenda, ideada por Estados Unidos, se frustró por el “inesperado” ataque de Hamás contra Israel el 7 de octubre de 2023, que “sorprendió” al estado hebreo. Todo hay que decirlo, Israel se benefició enormemente de este “ataque por sorpresa”. Para empezar, el “ataque sorpresa” le proporcionó a Israel la coartada para invadir Gaza, con el objetivo de explotar el gas de Gaza, y además le permitió seguir contando con el apoyo de Estados Unidos, potencia que pretendía disminuir su presencia militar en la zona, como se ha expuesto anteriormente.
El apoyo esencial que recibe Israel por parte de Estados Unidos convierte a la potencia americana en clave, para solucionar el conflicto con Gaza. La administración Biden no ha cuestionado dicha ayuda, por un lado, porque la ayuda militar a Israel se había renovado durante una Administración anterior, en la forma del último Memorando de Entendimiento MOU, cuya vigencia se extendía desde 2019 hasta 2028.
Además, la situación política interna de EEUU está contaminando la política exterior. Tanto Estados Unidos como sus aliados mantienen conversaciones sobre el futuro de Gaza y sobre la reactivación de la solución de los 2 estados: el judío y el palestino.
Estados Unidos no está a favor de la reocupación de Gaza, ni del desplazamiento forzoso de sus habitantes, ni de su uso como base para el terrorismo, propugnando el control de la franja por la Autoridad Nacional Palestina. Pese a la oposición de Estados Unidos, para Netanyahu el objetivo de Israel es mantener el control de seguridad sobre Gaza a largo plazo, descartando la supervisión de una fuerza internacional.
Por todas estas razones la disyuntiva de retirar o no el apoyo a Israel, está creando divisiones en Estados Unidos, mermando el respaldo político a Biden en su país y por parte de los aliados de Estados Unidos en el extranjero, por lo que se acumulan las dudas sobre la capacidad hegemónica de la Administración Biden y de EEUU como potencia.
Según Thierry Meyssan la sólida relación de Israel con dos de los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, con derecho de veto, ha permitido a Israel estar al margen del derecho internacional, Por esta razón Estados Unidos y el Reino Unido pueden fingir que se someten al derecho internacional, cuando lo infringen a través de Israel.
Sin embargo, continuando con el razonamiento de Thierry Meyssan, la presente situación económica, dominada por la globalización, y el cambio de valores consecuente, ha provocado “una pérdida de conciencia sobre el carácter colonial del Estado hebreo.»
Thierry Meyssan añade que en 1979 el ayatola Ruholla Khomeini argumentaba que “Israel no era más que una marioneta en manos de los imperialistas y que el único verdadero enemigo era la alianza entre Estados Unidos y el Reino Unido.”
En mi opinión, dado el contexto socioeconómico actual en el que, en los países desarrollados, se está asistiendo a la transición a una economía informatizada y orientada a las energías verdes, en la medida en que el petróleo vaya perdiendo importancia, Israel acabará perdiendo el apoyo de Estados Unidos y finalizará el apartheid hacia los palestinos.
SINOPSIS
Tanto la película, como la novela, dramatizan los hechos históricos, vinculados a la génesis del Estado de Israel en 1948, durante los que árabes y judíos se enfrentan, para controlar la ciudad de Jerusalén, Ciudad Santa para las 3 religiones: judaísmo, cristianismo e islam.
La mera sucesión de los hechos podía dar lugar a un amplio e interesante reportaje periodístico. Sin embargo, los personajes de ficción aportan la emoción y el interés humano, además de posibilitar el seguir un desarrollo ordenado de los acontecimientos.
Aunque el director Elie Chouraqui acomete con cierta soltura la adaptación de la novela, a la película le falta la grandiosidad que el asunto abordado requería, pero no se puede discutir que contiene las dosis necesarias de entretenimiento, para mantener el interés del espectador, mientras le ilustra sobre aspectos históricos.
Los actores, hacen lo que pueden con unos personajes desdibujados, actuando con solvencia.
No fue posible rodar en Jerusalén, Israel o cualquier país árabe, para garantizar la seguridad del equipo. Un decorador israelí, que había vivido el conflicto, aconsejó al director buscar localizaciones en la isla griega de Rodas, cuya antigua ciudad se construyó siguiendo los principios de Jerusalén. No en balde a Rodas se la denomina “La pequeña Jerusalén”. Además, la isla de Rodas se asemeja a la Palestina de aquel tiempo. El director optó por tanto por reconstruir Jerusalén, tal y como estaba en 1948, en la isla de Rodas y efectuar el rodaje allí.
En este drama, sobre los orígenes del conflicto árabe-israelí, se combinan grandes temas como valor, violencia, política, un sólido sentido de la moral, además de la exaltación de la amistad, amenazada por las diferencias políticas y religiosas.
La película, en la que se alternan diferentes puntos de vista, los de los judíos, los de los árabes y los de las fuerzas ocupantes británicas, no toma partido, asumiendo la neutralidad, erigiéndose en testigo de la situación, limitándose a reflejar el estallido de violencia, que acompaña a la génesis del Estado de Israel y que continúa acompañando al Estado Hebreo en la actualidad.
Crónica: Beatriz Recio Inés
TRAILER
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