Presencia de Dios y esparcimiento emocional: las worksongs
Hay quienes dicen que la música en todas sus formas es el mejor anestésico para seguir poniéndole un ápice de emoción a eso que llaman vivir. Encontrar respuesta a preguntas internas, a alegría y dolores, crear un mundo propio donde poder ser la expresión más pura de uno mismo, el logro de una vida, la razón de ser, la vía de escape más directa de evasión y hasta un medio de lucha contra los problemas más comunes de nuestra sociedad.
Desde los faraones, los negros de Nubia, Egipto y la esclavitud. La soledad de los campos de algodón, el coraje, el sufrimiento y la rebelión, hasta el crujido de los látigos y la dignidad en los cantos que forjaron sueños que albergaban una vida mejor.
Los estados del sur, donde aún era vigente la esclavitud, comercializaba con el mercado del algodón y eran los propios esclavos quienes eran una parte imprescindible para la recogida del producto. Eran parte de una cadena de producción en la que también eran considerados beneficios óptimos. El movimiento abolicionista tardó mucho en llegar a esa zona de Estados Unidos, puesto que la mayoría de ciudadanos nunca se negó a dejar de alimentar la explotación humana. La legislación ahondó en la segregación racial y continuó siendo profundamente racista.
Las worksongs provenían de una antigua tradición africana en la que los negros cantaban durante las jornadas de trabajo en el campo. La principal diferencia ahora, es que ya no trabajan para ellos, sino para el implacable yugo de los propietarios de las plantaciones. Frederick Douglas, ex esclavo y abolicionista, llegó a decir una vez que era un error suponer a los esclavos felices porque cantan. “Las canciones de los esclavos representan los sufrimientos, más que las alegrías de sus corazones; y son aliviados por ellas solo en la medida en la que un corazón roto lo alivia el llanto”.
La presencia de Dios en sus letras era un elemento bastante común en las worksongs, puesto que se entremezclaban con vivencias personales y personajes bíblicos como Moisés, quien liberó a su pueblo de los egipcios y supuso una figura representativa entre los esclavos negros.
Era muy típica la formación de llamada-respuesta, en la que uno de los esclavos comenzaba con una frase y el resto continuaba el canto al unísono, formando una especie de himno que dejaba entrever el sufrimiento de un pueblo al que le han arrebatado su libertad. El arquitecto, periodista y abolicionista Frederick Law las describió en el The New York Daily Times como “largos gritos musicales, elevándose, cayendo y rompiéndose en forma de falsetos”.
Poco a poco y con el paso del tiempo, esas canciones fueron evolucionando a lo que conocemos como Soul. Este, nace gracias a la fusión del Gospell, música religiosa que surgió de las iglesias afroamericanas, y del R & B, también conocida como Rythym and Blues originada a finales de 1930 en Estados Unidos. No es hasta los años 60 cuando por fin se le acuña un término para designar este tipo de música, la cual tiene un gran contenido social contra la segregación racial, ya que en sus orígenes se consideró como un movimiento exclusivamente negro.
Este tipo de música fue un medio de expresión desde finales de los 50 brotado de un sector de la sociedad en condiciones de extrema pobreza. Lo que en un principio eran canciones de amor luego se convirtieron en canciones de crítica y de protesta basadas en las experiencias propias de la comunidad negra. Esto dio lugar a que el público blanco que, en sus inicios, acogió muy bien a este género, diera la espalda a finales de los 60 debido a su contenido social.
La música alentó a la población negra a romper su silencio y exigir por derecho propio aquello que merecían. Ser libres. Manifestaciones, protestas, asesinatos, palizas, vejaciones, insultos. Había comenzado una época de cambio tan imparable y visibilizada en todo el mundo, que ya ni siquiera las mentiras y el dinero ni podrían superar el ruido de un movimiento tan perseverante.
Artistas como Otis Redding, Nina Simone, Aretha Franklin, Sam Cooke y Marvin Gaye lucharon con sus voces para derrotar por fin a un racismo demasiado vivo durante años. Canciones que se convirtieron en himnos y que abrieron el camino a aquellos que se negaban a avanzar hacia el futuro. Y es que, no hay nada más peligroso que la verdad en un mundo que miente.
Artículo: María Vecina /AFPRESS
Fotografías: lalesh aldarwish, Rusell Lee y AP
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