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El olvidado Saladar de Agua Amarga

Desde el aire se aprecia perfectamente la compartimentación de la antigua albufera.

Lo que hoy se conoce como el Saladar de Agua Amarga y que también recibió el nombre de Salinas del Altet, se encuentra a unos 4,5 km al sur de la ciudad de Alicante, entre la Sierra de Colmenares y la pequeña elevación de El Altet. Pertenece en parte al término municipal de Elche (79 Hectáreas), pero la mayor extensión se incluye en el término municipal de Alicante (171 hectáreas). Se trata, como en otros casos contemplados en este libro, de una primitiva albufera utilizada desde antiguo como salina marítima, aprovechando para ello la zona más llana y deprimida. Hoy, abandonada la explotación de la sal desde 1967, se mantiene como una zona inundable y se encuentra incluida como tal en el Catálogo de Zonas Húmedas de la Comunidad Valenciana.

Origen y evolución geológica

El Saladar de Agua Amarga se ubica en el sector más oriental de lo que se conoce como “Fosa de Elche”. Se trata de una zona que, a escala de tiempo geológico, se va hundiendo y rellenando desde el Mioceno. Esta cuenca se extiende desde Elche hasta el mar a lo largo de una franja de terreno con orientación Oeste/Sudeste – Este/Noreste, siendo su límite norte la Sierra de Colmenares y por el sur la Sierra de Santa Pola. En estas condiciones nada tiene que extrañarnos que esta zona haya estado ocupada por el mar a lo largo de su historia geológica. Como se describe en otras ocasiones, durante el Cuaternario comienza a formarse un largo cordón litoral paralelamente a la costa, debido a la acción del oleaje.

El mar actúa alineando los materiales en sentido Norte – Sur, que son aportados por el Barranco de las Ovejas y el Barranco de Agua Amarga, ambos cauces situados entre Alicante y el Saladar. El resultado de este proceso es la formación de una laguna somera (de poca profundidad) que mantiene cierta comunicación con el mar, es decir, una albufera. Dicha comunicación se establecía a través de una gola que después sería aprovechada para la explotación salinera. Con el tiempo, las ramblas y torrentes, fundamentalmente de la Sierra Colmenares, actúan aportando hacia la zona marismeña los materiales que fueron colmatándola. Estos pequeños cauces tienen la característica de ser de corto recorrido (siempre inferior a 1 km) pero con pendientes relativamente acusadas. Esto hace que, durante los episodios de lluvias torrenciales y debido al carácter de los materiales que surcan, finos y poco compactados, la erosión sea importante. Los materiales arrastrados se depositan al llegar a la zona más llana y han ido reduciendo el espacio, ya que se estima que la albufera tuvo el doble de su superficie actual. Llegados a nuestros días, sólo en la parte central se mantenía cierto ambiente de marisma ya que en este sector los procesos de hundimiento son más acentuados, pero sobre todo debido a la acción del hombre, al querer aprovechar estas circunstancias para la explotación de la sal.

LA EXPLOTACIÓN SALINERA
Historia reciente

Parece ser que la utilización del Saladar de Agua Amarga como salinas de forma sistemática y organizada comienza a principios del siglo XX. Se dice que la actividad se inicia en 1910 aunque no tenemos certeza de ello hasta 1925, año en que las salinas son propiedad de un vecino de Alicante, quien las explotará con el nombre de Salinas Marítimas de Alicante. El 16 de julio de ese mismo año, el propietario, Gabriel Ravelló Sánchez, solicita al Ministerio de Obras Públicas la apertura de un nuevo canal de entrada de agua de mar. Este “nuevo canal” permitiría incrementar la producción (consecuentemente las salinas ya estarían en funcionamiento en fecha anterior) y la petición se relaciona también con una ampliación de la superficie ocupada por las balsas salineras. Dicho canal se construye aprovechando la primitiva gola de comunicación con el mar de lo que había sido una albufera y que era por ello el punto más propicio. Por este canal se introducía el agua de mar en condiciones de fuerte oleaje hasta los calentadores o concentradores. Años después, la propiedad pasó a manos de una sociedad especializada en el sector, como era Salinera Catalana S. A., fundada en 1930. En 1934 esta misma empresa compró también las salinas que Antonio Buigues, hijo de Vicente Buigues, el promotor de las Salinas de Calpe, había construido en Canet d’En Berenguer (Valencia). Antonio Buigues pasa entonces a trabajar en las Salinas de Agua Amarga, aunque en 1940 dejará esta tarea para administrar las salinas que su padre tenía en Calpe. Parece ser que la producción superó las expectativas iniciales de la compañía, con una media de 30.000 toneladas anuales y en 1935 se efectúa el traslado de su domicilio social desde Hospitalet de Llobregat a Alicante. De esta forma, esta empresa dedicada a la “compraventa de sal y de toda clase de productos que se encontrasen dentro de dicho comercio”, según aparece en su escritura de constitución, traslada toda la administración a sus dependencias en Alicante. Con Salinera Catalana S. A. al frente se producen ciertas mejoras. La más importante es que se construye un nuevo canal de entrada de agua del mar al sur de la gola, dotada de un bombeo. Esto permitiría la alimentación de la salina a voluntad, incrementando el control sobre el proceso. Con el nuevo sistema de bombeo, el agua se elevaba hasta un canal situado a 2,5 metros de altura sobre el nivel del mar, de manera que desde allí ya era posible que ésta llegara a las diferentes balsas del circuito por sí sola (por gravedad). El canal construido por el anterior propietario en la gola, frente al edificio principal, servirá a partir de ese momento para evacuar un exceso de volúmenes y durante el proceso de vaciado de las balsas de cristalización cuando se quería recoger la sal.

Proceso productivo

El sistema para beneficiar la sal en Agua Amarga es similar al de otras salinas marítimas del mediterráneo español. El agua bombeada desde el mar, cruzaba por el canal construido bajo la carretera, bordeando las salinas hasta su extremo sur para llenar las primeras balsas del circuito. Estos primeros depósitos, los calentadores, no son más que amplios estanques donde el agua era retenida, simplemente al levantar pequeños caballones o motas de tierra. El paso de unos calentadores a otros se hacía aprovechando la suave pendiente natural del terreno, incrementándose progresivamente la concentración de la sal con la evaporación del agua. Antes de pasar a las balsas de cristalización, el agua permanecía en otras donde se producía la precipitación del sulfato cálcico (yeso) para que no apareciera en el producto final. En las balsas situadas más cerca de la salida de la gola, en la parte central de la antigua albufera, se producía la cristalización de la sal una vez alcanzada la concentración necesaria (a partir de 300 gramos de sal por litro o 25º Bé). Para mantener la integridad de los márgenes y evitar la caída de tierra que ensuciase la sal, las balsas cristalizadoras se encontraban reforzadas con pequeños muretes de piedra. Se utilizó para ello la roca procedente de un sector de dunas fosilizadas próximo, que forma parte de la restinga que cerró la albufera. Por otro lado, para impedir que penetrara en la explotación el agua dulce procedente de los barrancos en caso de lluvias, existía también un canal de circunvalación que canalizaba hacia el mar las aguas de escorrentía para no mermar la cosecha. Estas aguas eran desviadas hasta una pequeña cala conocida como Cala Calabarda, donde desembocaba directamente al mar. La plantilla habitual de 28 trabajadores se incrementaba con 50-60 puestos eventuales durante la época de la recolección, la cual se prolongaba de agosto a octubre. Llegado el momento, se vaciaba el agua que pudiera quedar en los cristalizadores y entraban los operarios provistos de unos ganchos con los que iban rompiendo la costra de sal, apilando los trozos en pequeños montones de un metro de altura. Esta sal se cargaba después en pequeñas vagonetas y mediante un pequeño trazado de vías se llevaba hasta los lavaderos. Después, pasaba mediante unas cintas transportadoras a la era de apilamiento para su secado y de allí a los molinos para obtener sal de diferentes grosores, según el uso al que fuera destinada. La sal de las Salinas de Agua Amarga se distribuía tanto por carretera como por mar. La vía marítima fue la más importante. Se disponía incluso de un pequeño embarcadero propio, aunque el punto más importante para el embarque era el puerto de Alicante, con mejor infraestructura y mayor calado para buques más grandes.

La Venecia de la Costa Blanca

En 1969 la compañía Salinera Catalana S. A. atraviesa dificultades económicas y el 7 de agosto de ese año la propiedad pasa a manos del Banco de Bilbao. El abandono de las instalaciones propiciará el estancamiento de las aguas de lluvia en el recinto, convirtiendo el lugar en un foco de mosquitos. A pesar de esto, su ubicación en primera línea de playa despertará el interés de promotores inmobiliarios, que lo contemplan como una posible zona de expansión turística. Así, el Banco de Bilbao encargó la elaboración de un proyecto urbanístico para la zona, que se denominó Plan Parcial Lucentia. El proyecto contemplaba la construcción de una ciudad residencial con capacidad para más de 20.000 personas. Lo más llamativo de esta actuación era la excavación de varios canales navegables. El canal principal, de 35 metros de anchura, comenzaría en un nuevo puerto deportivo y al estar construido por debajo del nivel del mar permitiría su inundación por éste. De esta forma sería posible la navegación y el amarre de pequeñas embarcaciones de recreo, como quien dice, a la puerta de casa. El proyecto contemplaba viviendas, zonas verdes y lagos artificiales, todo ello con la idea de convertir el lugar en una especie de “Venecia de la Costa Blanca” aprovechando la cercanía del mar y la baja cota, (menos de un metro sobre el nivel del mismo).

Para evitar la erosión en las orillas de las balsas, éstas se protegían con muretes de piedra.

El proyecto fue modificado en la distribución de las zonas edificables y no edificables en los dos términos afectados, Elche y Alicante, pero a pesar de la aprobación inicial de ambos ayuntamientos en 1975, el Plan Parcial Lucentia fue denegado al año siguiente por el Ministerio de la Vivienda. El Banco de Bilbao presentó entonces un recurso, siendo desestimado el 7 de septiembre de 1979. A pesar de la negativa a este proyecto, a principios de los años 80 fue aprobado otro similar a la empresa inmobiliaria Gran Alacant S.A., sobre terrenos ocupados en este caso por el cercano humedal del Clot de Galvany. Tras la aprobación por parte de los ayuntamientos implicados, en este caso Santa Pola y Elche, comenzaron los trabajos, aunque finalmente tampoco salió adelante el proyecto. En este caso, la negativa vendría de parte de movimientos ciudadanos en Elche, quienes lograron que sus protestas fueran asumidas por el ayuntamiento ilicitano, obteniendo en 2005 su declaración como Paraje Natural Municipal.

Tras décadas de abandono de la explotación salinera, la vegetación de saladar está ocupando espontáneamente algunos sectores.

Situación actual

Transcurridas varias décadas de abandono de la explotación salinera, cada día cuesta más reconocer los elementos de aquella industria. De los edificios donde se encontraban las oficinas y los almacenes quedan sólo un montón de escombros y la vegetación de saladar ha ido ocupando el lecho de las balsas. A pesar de todo esto, todavía se aprecia perfectamente la compartimentación del espacio en estanques, salvo en el sector que se encuentra al oeste de la carretera N-332, donde la vegetación ha alcanzado un mayor desarrollo. Eliminada la posibilidad de entrada de agua del mar al sellar la gola, en el lugar sólo se forma una pequeña lámina de agua temporal con ocasión de las precipitaciones otoñales, atendiendo también a la cercanía del nivel freático.

Tras décadas de abandono de la explotación salinera, la vegetación de saladar está ocupando espontáneamente algunos sectores.

En estas condiciones, es posible observar gran cantidad de aves acuáticas que encuentran aquí refugio, comida, lugar de cría y descanso durante los pasos migratorios. La inclusión del Saladar de Agua Amarga en el Catálogo de Zonas Húmedas de la Comunidad Valenciana habrá de conducir hacia la protección de sus valores ambientales, a través de proyectos de recuperación que mejoren la percepción del ciudadano sobre este enclave privilegiado.

 

 

 

 

 

 

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Fuente.: senderosdealicante.com