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La falla municipal arde envuelta en secretismo

Los bomberos queman el cuerpo de ‘Açó també passarà’ en una plaza vacía

El lema era «Açó també passarà». Parecía profético. La falla municipal ya ha pasado. El monumento ha ardido en apenas veinte minutos entre un secretismo inhóspito en el mundo de las Fallas y absolutamente increíble para la municipal, que es la más visitada por cientos de miles de personas a lo largo de las semanas. Pero el coronavirus llegó para cambiarlo todo y las Fallas no se han librado de su influjo.

La plaza del Ayuntamiento estaba tomada por la Policía Local y con controles en todas las entradas. No es que hiciera falta, porque entre el estado de alarma y la lluvia que cayó durante todo el día aunque de manera irregular las calles estaban desiertas. La plaza también. Y silenciosa. Y oscura. Adjetivos que no van unidos al que es el acto más importante de la semana fallera para miles de aficionados, que abarrotan el enclave para 19 de marzo.

Pero no era 19 de marzo. Era 16. 17, en realidad, dado que la cremà comenzó a las 0.13 horas. Es el día de la Ofrenda, de la recogida de premios. De fiesta absoluta. Pero anoche todo era extraño. Incluso que quienes se encargaron de prender la falla fueran precisamente quienes normalmente tienen encomendado apagarla. Los bomberos prepararon material inflamable en la parte inferior y le hicieron unos agujeros desde donde introducir el fuego.

Todo ello ocurrió en medio de un secretismo total. La colocación por parte de los bomberos de lonas ignífugas en el entorno de la fuente a lo largo del día daba pistas, pero no fue hasta las 23 horas que los valencianos supieron que algo iba a pasar. No era una falsa alarma como la de la pasada madrugada del jueves al viernes, cuando decenas de aficionados hicieron guardia hasta las 4 de la mañana junto a la plaza

Lo siguieron a través de las redes sociales, incluida la del artista plástico Escif, diseñador de la falla, que la retransmitió por Instagram. En la sociedad súpercomunicada en la que nadie, parece, está solo, miles de personas se pusieron delante de sus pantallas para, con el corazón en un puño, ver desaparecer un símbolo. Cada uno en su casa y, parafraseando cierto refrán, el sentir fallero en la de todos. El fuego todo lo purifica y todo lo cura, pero habrá que dejar pasar el tiempo para ver qué queda tras las cenizas de este incendio.

La falla tardó en arder 21 minutos. El fuego engulló lentamente el monumento, de abajo arriba y de dentro hacia fuera, pero cuando lo hizo, las llamaradas se elevaron decenas de metros hacia el cielo en medio de un humo negro, desafiando la lluvia y lanzando ascuas en dirección a la calle Barcas. Este dato no es baladí dado que en esa dirección estaba la cabeza del monumento de Manolo Martín y José Ramón Espuig, que sin embargo no sufrió ningún daño, guardada por los bomberos y los mangerazos con los que refrescaban las fachadas de la plaza en la zona más cercana a la calle Barcas. Donde se suele plantar la infantil esperaba un reducido grupo de espectadores, sin falleras a la vista.

En medio del silencio ardieron también Cuba-Literato Azorín y Na Jordana (Reino ardió por la mañana) en la Nit de la Cremà más atípica que se recuerda, con frío, lluvia y una sensación casi inevitable de que sí, «açó també passarà», julio llegará y las Fallas de verano eliminarán la pesadilla de marzo como el fuego devoró la meditadora más efímera de la historia.

 

 

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Fuente..: lasprovincias.es