Archivo Mundial del Ártico: el saber de la Humanidad, conservado a cinco grados bajo cero
La idea -recopilar todo el saber de la Humanidad, o al menos lo esencial- y preservarlo para que no se pierda no es nueva. Fue la intención de los enciclopedistas del siglo XVIII y era el objetivo de la mítica Biblioteca de Alejandría. Pero ni los empelucados filósofos de la Ilustración ni los esforzados copistas a los que Ptolomeo I encargó salvaguardar el saber helenístico, contaron con la tecnología y las posibilidades del conocido como Archivo Mundial del Ártico, un refugio inexpugnable en una isla noruega donde ya reposan, entre otros datos, una copia de El grito de Edward Munch y algunos de los goles conseguidos en su carrera por Pelé. Rune Bjerkestrand, fundador del archivo, cree que su proyecto es necesario porque: “generamos tanta información y el mundo se mueve tan rápido, que creo que es importante asegurarnos de que la información, las obras de arte, la literatura relevante, se preserve para el futuro. Porque sin pasado no hay futuro”.
La idea de crear un lugar seguro que funcionara como un gigantesco disco duro donde guardar datos importantes, surgió como imitación al Banco Mundial de Semillas situado en el archipiélago de Svalbard, un espacio que aloja en una antigua mina alrededor de 500 millones de semillas para preservar la biodiversidad del planeta en caso de desastre. Situado en el mismo lugar, el Archivo del Ártico -al igual que su hermano mayor, el banco de semillas- está preparado para resistir catástrofes naturales, conflictos armados y ciberataques puesto que la información almacenada no se encuentra en red. Los documentos se guardan en un formato de película desarrollado por la compañía noruega Piql que puede resistir más de 500 años sin corromperse.
El archivo se inauguró oficialmente en marzo de 2017 (los archivos nacionales de Brasil y México se encuentran entre los primeros datos almacenados) y actualmente está a disposición de las instituciones, los gobiernos y las empresas que quieran preservar información a muy largo plazo (y de forma muy segura). Por supuesto queda mucho camino por recorrer y hoy en día lo que guarda el Archivo del Ártico está muy lejos de ser un compendio del saber humano. Pero Bjerkestrand es optimista: “creo que podrá convertirse en una institución en la que organizaciones a nivel mundial confiarán para depositar sus recuerdos importantes y sus momentos históricos, y así conservarlas para las futuras generaciones”.
Entrevista y edición: Noelia Núñez | David GIraldo
Texto: José L. Álvarez Cedena