Las naranjas sudafricanas se comen a las valencianas: la ruina de 400 millones perdidos
Esta temporada se han perdido 400 millones de euros por la llegada sin freno de las extranjeras a España. Las pérdidas y el disgusto le ha causado un infarto a Paco
Ver jugar al Club Deportivo de Burriana y disfrutar de una buena paella con su familia. Eso es lo único que Paco Sorrolla, de 72 años y natural de Castellón de la Plana, le pide a la vida. “Así somos felices. No necesito nada más”, sostiene el castellonense durante una conversación con EL ESPAÑOL. Lleva más de 40 años dedicándose exclusivamente al campo y sus ingresos siempre han sido suficientes para cumplir esos dos deseos. “Acabo de venir de la huerta. Buenamente hago lo que puedo”, cuenta a este periódico con un fuerte acento valenciano. Sus cuatro hectáreas de naranjas siempre le han dado dinero. “Llegué a ganar siete millones de pesetas – 42.000 euros-. El suficiente para tener a los hijos estudiando una carrera en Valencia”, sostiene. Este año lo único que tiene Paco en su cabeza es aquel refrán popular que dice que “todo tiempo pasado fue mejor”. Ni un céntimo ha ganado con sus tan preciadas naranjas. 50.000 kilos de cítricos desperdiciados. Tirados en el suelo. Pudriéndose. Probablemente a ningún citricultor le llame la atención esta imagen. Esta temporada se han perdido 400 millones de euros y muchos señalan al mismo culpable: las naranjas sudafricanas.
spaña es el rey de las naranjas en Europa. Se trata del principal productor de este cítrico de los 28 miembros de la UE. De los más de 3,3 millones de toneladas que se produjeron en España en 2017, unos tres millones se cultivaron entre la Comunidad Valenciana y Andalucía. Las cifras no mienten y los citricultores de la costa levantina han estado siempre orgullosos de que su producto haya traspasado fronteras con la etiqueta Made in Spain.
Un acuerdo con trampa
La situación cambió cuando se aplicó en 2016 un acuerdo entre la Unión Europea y Sudáfrica. Los firmantes no leyeron la letra pequeña de un acuerdo de 2.500 páginas con el país sudafricano. Este ampliaba un mes y medio el periodo de importación de cítricos sin aranceles, en concreto hasta el 30 de noviembre. Además, también incluía una rebaja anual a ese arancel del 1,6% de tal manera que en 2025 dejará de pagar aranceles. En resumen, a Sudáfrica le saldrá gratis exportar esta fruta a Europa. Y, por si fuera poco, el final de la campaña del país sudafricano coincide con el inicio de la española, lo que se traduce en menos oportunidades para vender las naranjas levantinas.
“Estamos pasando por una crisis tremenda por el aluvión de cítricos extranjeros con enormes ventajas. No solo vienen de Sudáfrica, sino también de Egipto, Marruecos y Túnez”, explica Juan Vicente Moros, presidente de Intercoop, plataforma que incluye todas las cooperativas agrícolas de la provincia de Castellón. “Cuando el acuerdo se firmó en el Parlamento en 2016 sabíamos que iba a tener graves consecuencias. Intentamos dar la voz de alerta, pero ya era demasiado tarde”, cuenta.
A cuatro céntimos el kilo
En los árboles valencianos se ha quedado casi el 30% de los cítricos. “Los precios están desastrosos. Está a cuatro céntimos el kilo cuando antes se vendía a 20”, añade. Además, en muchas ocasiones se han tenido que regalar para no dejar que se pudran o malvenderlas. Los agricultores se pasan todo el año invirtiendo mucho dinero en el campo. “Hacemos un sinfín de cosas que hacen que La Plana de Castellón esté como esté: verde y bonita”, explica Paco. Después de trabajar tanto, hasta que no viene el momento de la recolección de la fruta, el trabajador no se lleva nada. “Ahora ni se recogen, por lo que el agricultor no gana dinero, sino que pierde. Se están arruinando”, explica el presidente de la cooperativa. Paco tiene cuatro hectáreas y necesita 15.000 euros al año para “llevar la tierra bien llevada”. Normalmente, volvía a invertir lo que ganaba con la cosecha anterior. Sin embargo, este 2019, ha tenido que sacar los pocos ahorros que tenia para poder sacar sus naranjos hacia delante.
Sustancias cancerígenas
Que tanto el precio como las frutas estén en el suelo no es el único problema. Según un estudio presentado por la Unió de Llauradors (Unión de Labradores, en castellano) y la Asociación Valenciana de Consumidores y Usuarios (AVACU), los productores de cítricos del país astral pueden utilizar 62 materias activas de pesticidas que están prohibidas en la Unión Europea. De dichos productos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) califica a 13 como alta o extremadamente peligrosos con un riesgo cancerígeno probable. “Nos exigen más que a los países extranjeros”, sostiene Moros.
El cambio climático también ha llegado a las tierras valencianas. El calentamiento global ha hecho que los naranjos no se comporten igual que antes. “Determinadas clementinas tienen menos duración y otros tipos de cítricos hay que recogerlos con más rapidez”, explica el presidente de Intercoop.
Paraísos fiscales
“Europa es muy restrictiva con las políticas de medio ambiente y en esos países les importa un bledo”, explica Juan Salvador Torres, Secretario General de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores de Valencia (ASAJA AVA). “La mano de obra es mucho más barata allí, no tienen las mismas restricciones que tenemos en la Unión Europea en cuanto a la protección del medio ambiente y mucha menos fiscalidad”, añade Torres. Para Juan Vicente Moros esos países son paraísos fiscales: “La propiedad de sus campos no es de los sudafricanos, ni de los egipcios, sino de los inversores”.
Los citricultores están hartos. Nadie les escucha. “Ninguna Administración ha tomado alguna medida. La Unión Europea nos dice que nos apañemos y el Ministerio de Agricultura dijo que iba a incrementar el tonelaje que se podía retirar para hacer zumo, pero no han puesto nada de dinero para hacerlo”, declara Torres. La Generalitat Valenciana anunció la puesta en marcha de un plan de reconversión por la crisis de la naranja. Las subvenciones supondrían hasta 15.000 euros por agricultor. De momento, nadie ha visto que su cuenta corriente haya variado con estas ayudas. “Estamos muy desanimados. Durante la campaña los políticos prestaron un poco de oído. Ahora pasan de nosotros”, confiesa el Secretario General de ASAJA.
Cuestión de infartos
Hace un par de meses Paco estaba haciendo la compra en un supermercado Aldi y le llamó la atención el intenso color de la naranja sudafricana. Decidió degustarla. “De la boca la tiré”, confiesa. “Te comes una clementina de nuestra zona y es miel al lado de ese cítrico”, añade. Este citricultor jamás imaginó que los campos de naranjos que tantas alegrías le habían dado también serían el detonante del infarto que ha sufrido recientemente. Sigue trabajando, pero con dos “muelles en el corazón”. El futuro lo ve negro y si la situación no mejora abandona la tierra. Se dedicaría a cobrar “lo poco que cobra de pensión” y el dinero que saca de la apicultura. “La tierra no valdría la pena”, dice Sorolla.
Se niega a que sus nietos se dediquen al campo y considera que la única solución es la revolución: “No hay que ir ni a Valencia ni a los pueblos. Hay que ir directo a Bruselas. Sentarnos en una plaza hasta que nos echen y llenar el suelo de naranjas. Nos estamos jugando el futuro de nuestros hijos. Si nos encierran por eso, que lo hagan. Lo único que estamos haciendo es defender nuestra vida”. A sus 72 años, Paco lo único que quiere es su paella, su fútbol y seguir dedicándose a sus amados naranjos. “Son nuestro oxígeno y si desaparecen, ¿cómo nos quedamos?», concluye.
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Fuentes.:El Español
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