El Consorci de Museus vuelve al Museo de Bellas Artes de València con una muestra que reivindica la escultura
– El ente museístico exhibe ‘Adsuara, Vicent y Peresejo. Tres escultores mediterráneos entre la tradición y la renovación’ hasta el 6 de enero de 2019
– La exposición recupera la obra de los tres escultores con piezas procedentes, además de los museos valencianos, de otras instituciones
(13/09/2018) El Consorci de Museus retoma su programación expositiva en el Museo de Bellas Artes de València con la muestra «Adsuara, Vicent y Peresejo. Tres escultores mediterráneos entre la tradición y la renovación», una exposición que recupera la obra de los tres autores al tiempo que reivindica el papel de la escultura en la historia del arte y su relevancia en las colecciones del museo valenciano.
El director del Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana, José Luis Pérez Pont, y el director del Museo de Bellas Artes de València, José Ignacio Casar, han presentado esta mañana la exposición acompañados por el comisario de la muestra, Jaume Penalba.
A excepción de las exposiciones dedicadas a Mariano Benlliure y a Vicente Beltrán Grimal, el Museo de Bellas Artes de València no ha acogido exposiciones de escultura en los últimos años. La presente muestra ha servido para recuperar gran parte de la obra de Carmelo Vicent, que albergaba el museo, y que ha sido restaurada para la ocasión.
Pérez Pont ha manifestado que «el Consorci de Museus retoma sus exposiciones en el Museo de Bellas Artes de València, tras cinco años, cuando comenzó la 5ª fase de rehabilitación del museo, con una exposición que es fruto del trabajo de colaboración entre los tres museos de bellas artes de Castellón, València y Alicante, y que impulsó el Consorci de Museus en 2016».
«Esta colaboración nos permite promover la investigación en torno a diferentes capítulos de nuestra historia y recuperar la obra de autores relevantes de siglos pasados que han quedado en el olvido, cosa que vertebra la Comunitat a través de las colecciones de nuestros museos» ha explicado Pérez Pont.
Asimismo, el director del Museo de Bellas Artes de València, José Ignacio Casar, ha añadido que «se trata de una exposición absolutamente canónica: investiga y estudia los fondos de la propia institución, restaura parte de la colección y difunde a autores con poca o nula bibliografía contemporánea. Además, sirve para promocionar a nuevos historiadores e investiga sobre la presentación museográfica de la escultura, ya que completa las mejores expectativas que se pueden tener sobre un proyecto expositivo».
Los tres escultores que componen esta exposición son un claro exponente de la escuela valenciana de escultura de la primera mitad del siglo XX.
«Adsuara, Vicent y Peresejo. Tres escultores mediterráneos entre la tradición y la renovación», está dedicada al castellonense Juan Bautista Adsuara Ramos (1891-1973), al valenciano Carmelo Vicent Suria (1890-1957) y al alcoyano José Pérez Pérez ‘Peresejo’ (1887-1978). La exposición recupera la obra y figura de estos escultores nacidos a orillas del Mediterráneo, en un momento de gran efervescencia creativa de la plástica valenciana.
Herederos directos de la tradición escultórica decimonónica, encarnada, entre otros, en la figura de Mariano Benlliure, participaron en la corriente renovadora de la escultura española, la denominada renovación «post-Benlliure», que supondría el abandono del imperante burguesismo, así como del naturalismo impresionista, en beneficio de la recuperación de los valores puramente escultóricos de la forma, el volumen y la masa.
La muestra, que ya se pudo ver en Castellón en 2017, reúne medio centenar de obras entre esculturas y obra sobre papel, muchas de ellas restauradas para la ocasión y nunca expuestas al público. Las obras pertenecen a los museos de bellas artes de València y Castellón, al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, además de a la colección de los ayuntamientos de Alcoy y de Benicàssim y a otras colecciones particulares de Castellón, València y Madrid. Para su exposición en València se han incorporado importantes piezas procedentes de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando o la Fundación Bancaja, a través de las cuales el visitante tendrá oportunidad de aproximarse al universo creativo de los tres escultores.
Prácticamente olvidados a día de hoy, o en el caso de Vicent y Peresejo, profundamente desconocidos en su tierra natal, la exposición pretende suplir la escasez tanto de estudios como de muestras dedicadas íntegramente a la escultura, la cual ha quedado a menudo relegada a un inmerecido segundo plano, especialmente en comparación con la pintura, lo que ha provocado que se obvie la diversidad y calidad de la tradición escultórica valenciana de la primera mitad del siglo XX, la cual llegaría a rivalizar en importancia con la pintura de su época.
Con la exposición se persigue, asimismo, enriquecer la visión de conjunto que tenemos de estos artistas y su época, para abrir nuevas vías de investigación y contribuir con ello a la valoración crítica, no solo de estos tres protagonistas, sino de una larga nómina de escultores cuya producción sigue, aun a día de hoy, pendiente de una profunda revisión y puesta en valor.
Adsuara, Vicent y Peresejo
Los tres escultores cosecharon en vida importantes galardones y triunfos en distintos certámenes. Además, contaron con el aprecio de una amplia clientela, tanto en el ámbito civil como en el religioso, ya que muchas parroquias, iglesias y cofradías solicitaron sus servicios. Fue precisamente su vasta producción en el ámbito religioso lo que logró eclipsar, en algunos casos como en el de Carmelo Vicent, su faceta de escultor de paganas bellezas, como por ejemplo las imágenes de la Justicia y la Prudencia en las acroteras de la fachada del Ayuntamiento de València.
En el caso de Adsuara, su etapa más brillante y renovadora coincide con los últimos años de la década de los veinte y se prolonga a lo largo de la II República Española. Entre otros galardones, en 1929 se le concede el Premio Nacional de Escultura por las alegorías de Las Artes y Las Ciencias, que debían decorar la fachada del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes de Madrid.
Peresejo fue conservador y restaurador del Museo Nacional del Prado y profesor de medallística. Entre sus reconocimientos destaca su participación durante 16 años (entre 1901 y 1950) en las exposiciones nacionales de bellas artes en las que lograría hacerse con los máximos galardones.
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